09 Diciembre 2021

Soy Óscar Hernández Pérez, nací en Nuevo Casas Grandes en 1970. Mi primer contacto con el periodismo profesional fue a partir de laborar en El Diario en 1990 y luego en la fundación de la revista Nosotros. Salí de la ciudad hace dos décadas. Estuve en Estados Unidos, viví en la Ciudad de México y finalmente me establecí en la ciudad de Chihuahua.

Hace poco más de diez años empecé a colaborar con Jaime García Chávez, primero creando su página web y luego apoyándolo como asesor de medios a lo largo de su participación política en diferentes frentes democráticos y después en su lucha contra la corrupción política que generó la denuncia penal en contra del entonces gobernador César Duarte y sus cómplices y que derivó en su derrota electoral en 2016.

Es a partir de ese vínculo cotidiano lo que me permitió ir comprendiendo el grado de importancia de Jaime García Chávez como una pieza fundamental en la construcción de una ciudadanía democrática no sólo en la ciudad capital, sino en el resto del estado e incluso a nivel nacional.

En medio de esta especie de sociedad que conformamos Jaime y yo, fui haciendo pequeños videos que luego me fueron dando las herramientas y la experiencia para aspirar a crear un trabajo más elaborado.

A lo largo de estos años con Jaime he encontrado algunas coincidencias: él trabajó en la imprenta de su padre, literalmente se llenó de tinta las manos; su padre fue proyectista de cine y él repartía la cartelera, al mismo tiempo su padre fue líder sindical, aspectos de su vida personal que lo marcaron para siempre.

En mi caso yo no tuve un padre impresor, pero lo fui cuando el maestro Juan Durán, de quien aprendí muchas cosas, sobre todo a apreciar cierta literatura, y otros colaboradores iniciamos la revista Nosotros. Yo era reportero, fotógrafo, editor y diseñador. Todo en uno. Pero el amor al cine se lo debo a mi hermano Javier. Tal vez él no lo sepa porque fue quizás algo involuntario para él, como muchas cosas que aprehendes en la vida de manera inadvertida.

Con el tiempo, Jaime se convirtió para mí en el personaje de una gran historia que estaba conformada de un cúmulo de pequeñas historias cívicas, ciudadanas, incluso desde su etapa como estudiante, y obviamente como parte de una colectividad de la cual también han surgido personajes de la talla del historiador Víctor Orozco, Rubén Lau, Leonel Reyes Castro, entre otros.

Esta película, que se estrena en Nuevo Casas Grandes este jueves 9 de diciembre, es en realidad un trabajo periodístico llevado a la pantalla grande. Mucho del oficio del reportero está puesto aquí, dotado de la materia prima de todo trabajo periodístico: la entrevista. Lo digo no sólo por su estructura, sino también por el acopio de la información que fue lo que dio forma al documental, primero en un guion y luego en la edición a base de una técnica especializada, como es el cine, cuya exploración ha sido para mí una novedad más o menos relativa, pero sí del todo un gran hallazgo en términos de conocimiento personal.

Testigo en Rebeldía es, pues, mi respuesta personal a la necesidad de dejar constancia en la memoria, un grano de arena en el llamado solar chihuahuense, respecto de una serie de acontecimientos que ciertamente, como dice el slogan del documental, forman parte de la historia, con “H” mayúscula.